Por las orillas del río
se está la noche mojando
y en los pechos de Lolita
se mueren de amor los ramos.
Se mueren de amor los ramo.
La noche canta desnuda
sobre los puentes de marzo.
Lolita lava su cuerpo
con agua salobre y nardos.
Se mueren de amor los ramos.
La noche de anís y plata
relumbra por los tejados.
Plata de arroyo y espejo;
anís de tus muslos blancos.
Se mueren de amor los ramos.
***
SOÑÉ QUE TÚ ME LLEVABAS
(Antonio Machado / Antonio Selfa)
Soñé que tú me llevabas
por una blanca vereda,
en medio del campo verde,
hacia el azul de las sierras,
hacia los montes azules,
una mañana serena.
Sentí tu mano en la mía,
tu mano de compañera,
tu voz de niña en mi oído
como una campana nueva,
como una campana virgen
de un alba de primavera.
¡Eran tu voz y tu mano,
en sueños, tan verdaderas!...
Vive, esperanza, ¡quién sabe
lo que se traga la tierra!
*****
MARIPOSA DEL AIRE
(Federico G. Lorca / A. Selfa)
Mariposa del aire,
qué hermosa eres,
mariposa del aire
dorada y verde.
Luz del candil,
mariposa del aire,
¡quédate ahí, ahí, ahí!
No te quieres parar,
pararte no quieres.
Mariposa del aire
dorada y verde.
Luz de candil,
mariposa del aire,
¡quédate ahí, ahí, ahí!.
¡Quédate ahí!
Mariposa, ¿estás ahí?
****
EL LAGARTO ESTÁ LLORANDO
(Lorca / Antonio Selfa)
El lagarto está llorando.
La lagarta está llorando.
El lagarto y la lagarta
con delantalitos blancos.
Han
perdido sin querer
su anillo de desposados.
¡Ay! su anillito de plomo,
¡ay! su anillito plomado
Un
cielo grande y sin gente
monta en su globo a los pájaros.
El
sol, capitán redondo,
lleva un chaleco de raso.
¡Miradlos
qué viejos son!
¡Qué viejos son los lagartos!
¡Ay,
cómo lloran y lloran!
¡Ay, ay, cómo están llorando!
***
ANOCHE CUANDO DORMÍA
(Antonio Machado / Antonio Selfa)
Anoche cuando dormía
soñé, ¡bendita ilusión!,
que una fontana fluía
dentro de mi corazón.
Di, ¿por qué acequia escondida,
agua, vienes hasta mí,
manantial de nueva vida
de donde nunca bebí?
Anoche cuando dormía
soñé, ¡bendita ilusión!,
que una colmena tenía
dentro de mi corazón;
y las doradas abejas
iban fabricando en él,
con las amarguras viejas,
blanca cera y dulce miel.
Anoche cuando dormía
soñé, ¡bendita ilusión!,
que un ardiente sol lucía
dentro de mi corazón.
Era ardiente porque daba
calores de rojo hogar,
y era sol porque alumbraba
y porque hacía llorar.
Anoche cuando dormía
soñé, ¡bendita ilusión!,
que era Dios lo que tenía
dentro de mi corazón.
***
y un huerto claro donde madura el limonero;
juventud, veinte años en tierras de Castilla;
mi historia, algunos casos que recordar no quiero.
—ya conocéis mi torpe aliño indumentario—,
más recibí la flecha que me asignó Cupido,
y amé cuanto ellas puedan tener de hospitalario.
pero mi verso brota de manantial sereno;
y, más que un hombre al uso que sabe su doctrina,
soy, en el buen sentido de la palabra, bueno.
y el coro de los grillos que cantan a la luna.
A distinguir me paro las voces de los ecos,
y escucho solamente, entre las voces, una.
—quien habla solo espera hablar a Dios un día—;
mi soliloquio es plática con ese buen amigo
que me enseñó el secreto de la filantropía.
A mi trabajo acudo, con mi dinero pago
el traje que me cubre y la mansión que habito,
el pan que me alimenta y el lecho en donde yago.
y esté al partir la nave que nunca ha de tornar,
me encontraréis a bordo ligero de equipaje,
casi desnudo, como los hijos de la mar.
***
"Volverán las oscuras golondrinas"
***
"Yo escucho los cantos" (A. Machado)
***
"El agua en tus cabellos"
brillando ya en el cielo,
y en un fanal de lluvia
y sol el campo envuelto.
Desperté. ¿ Quién enturbia
los mágicos cristales de mi sueño?
Mi corazón latía
atónito y disperso.
...¡El limonar florido,
el cipresal del huerto
el prado verde, el sol, el agua, el iris!...
¡el agua en tus cabellos!…
Y todo en la memoria se perdía
como una pompa de jabón al viento.
YO COMO TÚ
(Roque Dalton / A. Selfa)
Yo
como tú
amo el amor, la vida,
el dulce encanto de las cosas
el
paisaje celeste
de los días de Enero.
También
mi sangre bulle
y río por los ojos
que han conocido el
brote
de las lágrimas.
Creo que el mundo es bello,
que la
poesía es como el pan,
de todos.
Y
que mis venas
no terminan en mí,
sino en la sangre unánime
de
los que luchan por la vida,
el amor,
las cosas,
el paisaje y
el pan,
la poesía de todos.
***
MADEMOISELLE ISABEL
(Blas de Otero / Antonio Selfa)
Mademoiselle Isabel, rubia y francesa,
con un mirlo debajo de la piel.
no sé si aquél o ésa, oh! mademoiselle
Isabel, canta en él o si él en esa.
Princesa de mi infancia: tú princesa
promesa, con dos senos de clavel;
yo, le livre, le crayon... oh! Isabel,
Isabel, tu jardín tiembla en la mesa.
De noche te alisabas los cabellos,
yo me dormía meditando en ellos
y en tu cuerpo de rosa: mariposa
rosa y blanca, velada con un velo.
volada para siempre de mi rosa,
mademoiselle Isabel, y de mi cielo.
***
Me gustas cuando callas
(P. Neruda / A. Selfa)
Me gustas cuando callas
porque estás como ausente
y me oyes desde lejos
y mi voz no te toca,
parece que los ojos
se te hubieran volado
y parece que un beso
te cerrara la boca.
Como todas las cosas
están llenas de mi alma
emerges de las cosas
llenas del alma mía.
mariposa de sueño,
te pareces a mi alma
y te pareces a la
palabra melancolía.
Me gustas cuando callas
y estás como distante
y estás como quejándote,
mariposa en arrullo,
y me oyes desde lejos
y mi voz no te alcanza:
déjame que me calle
con el silencio tuyo.
Déjame que te hable
también con tu silencio
claro como una lámpara,
simple como un anillo.
Eres como la noche
callada y constelada;
tu silencio es de estrella,
tan lejano y sencillo.
Me gustas cuando callas
porque estás como ausente,
distante y dolorosa
como si hubieras muerto.
una palabra entonces,
una sonrisa bastan,
y estoy alegre, alegre
de que no sea cierto.
****
UNA HISTORIA DE AMOR
(José Agustín Goytisolo)
Se amaban. Era el tiempo
de las primeras lluvias de verano
y se amaban. Los días
fueron como una larga cinta blanca
que rodeara sus cuerpos enlazados.
Pasó un año, tal vez
y luego tres o siete, y todavía
ellos se amaban muy directamente,
buscándose en la sombra de los parques,
en los lechos furtivos.
No hablaban casi nunca. Ella decía
que la esperaban, que tenía miedo,
y él trabajaba en la oficina,
y miraba el reloj, esperando la hora
de volver a su lado nuevamente.
Eran distintos y se amaban. Él
estaba casado con una rubia idiota,
y ella tenía cuatro hijos
y un marido metódico y alegre
que nunca la entendió.
Se amaban en silencio
como cumpliendo un gran deber.
Sus vidas eran diferentes, pero
algo muy fuerte les unía, algo
que quedaba cumplido en sus abrazos.